Comentaba con una entrenadora ayer acerca de la diferencia fundamental que en mi opinión separa a los buenos jugadores de los jugadores geniales, y por extensión a los equipos buenos de los mejores. Con todo el trabajo previo que en general se realiza hoy en día, el estudio propio, del rival… al final la diferencia debe estar en los “artistas”.
Por ello, la ejecución de los fundamentos de nuestro juego es básica, los detalles y las cosas “pequeñas” que muchas veces (y por desgracia, muchas veces más de lo que reconocemos al trabajar con jugadores jóvenes) se olvidan o se dejan de lado. Entre ellos, el más abandonado, no me cabe ninguna duda, es el pase. Todos pensamos en el tiro y el bote primero, pero luego no nos cansamos de hablar de jugar en equipo, de ataque en equipo… ¿cómo vas a conseguirlo si el fundamento principal que hace que los jugadores se relacionen en la cancha no se trabaja?
Hoy os muestro dos pases que anoche en el último partido del Top 16 nos regaló Marcelinho Huertas, del Caja Laboral Baskonia. Son dos fabulosos pases de contraataque.
Fijaos en el primero de ellos, recibe el balón (obviemos el “pase” de Barac, que también se podría comentar pero mejor centrarnos en lo positivo) y prácticamente sin mirar (ya sabe dónde está su compañero) suelta el pase. Fijaos en sus pies apuntando al receptor, sus brazos extendidos al final del gesto, su equilibrio… Es un pase excelente. En el segundo, Huertas recibe el primer pase, da un bote (perfecto, lanzando el balón hacia delante) y de nuevo el gesto perfecto para que el balón vuele hacia el compañero.
¿Dedicamos el tiempo necesario al pase en nuestros entrenamientos? Diría que soy de la vieja escuela cuando se trata de los fundamentos, pero creo que podríamos pensar sobre ello.
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